Ayer tuve con mi jefe una de esas conversaciones que nadie quiere tener. Después de un mes de vuelta a la gran urbe me dio la noticia que sabía que tarde o temprano llegaría. Me quería enviar a la (llamada a partir de ahora y ya para siempre) Cripta de la Muerte para que trabajara desde allí lo mismo que ahora estoy haciendo desde mi bonita mesa blanca. Después de escucharlo detenidamente durante 30 segundos dije: NO. Me salió tal cual, sin pensar lo que decía. Luego le maticé mi NO con una sarta de argumentaciones que debieron hacer mella en su conciencia. Mi gran frase final fue: si me obligas a ir, iré; pero no respondo de mi estado mental pasada una semana. Su frase final: déjame meditarlo.
Después de pasarme horas y horas despierta esta noche intentando crear argumentos sólidos para rejustificar mi no, esta mañana ha vuelto a mi mesa y me ha dicho: de lo que te dije ayer, olvídate. Si hubiera tenido la facultad de parar el tiempo, lo hubiese hecho y soltado un bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen, pero he tenido que contenerme.
Si no hubiese dicho que no ahora mismo estaría con un ataque de pánico en la Cripta de la Muerte con unas ganas de llorar impresionantes. No, ¡qué bien suena!
3 abr 2008
el poder del NO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Sí, la verdad es que a veces nos cuesta decir un NO a tiempo, y eso podría solucionar muchas cosas. Enhorabuena por los cojones que le has puesto.
Petó.
felicitats, el día que jo ho aconsegueixi, suposo que em sentiré igual que tu! =)
un petó!
febe*
Publicar un comentario