Delante de mi ventana del trabajo cada día se pone un músico –o aspirante- a tocar para ganarse un dinerillo. Desde el Perro Flauta hasta el señor brasileño que entona bossa nova que, mezclada con el calor y dependiendo de la hora del día que sea, te transporta a Copacabana si cierras los ojos. Después está el que toca ese instrumento de viento de Australia o por ahí, que es un tuuuuuuu tuuuuuuuuu tuuuuuuuuuu que llega a cansar un poco dependiendo dee como una tenga el día.
La peor, pero, es la señora de los viernes por la mañana, una señora bajita, con gafas a lo John Lenon, gorrita, que va con su silla de camping, su discman (oju eh) enchufado a un bafle con las melodías que ahora citaré y el correspondiente micro.
Repertorio (por este orden):
- Quilin mi sofli (transcripción fonética de su canción preferida, Killing me softly)
- Sameueeeeeee over de reinbouuuuuuu (igualita que Judy Garland)
- Paraules d’amor
- De jil ar ALAI uiz de san of miusic (Total Total, es mi preferida, Sonrisas y Lágrimas)
- Oh Gavina voladora
- Clavelitos, clavelitos, clavelitos de mi corazón….
Y cómo dice la campaña de la Gene a favor del catalán… I quan m’equivoco, torno a començar. Cuando termina con Clavelitos ya entona de nuevo quilin. Se pasa el día cantando estas canciones, con una voz aguda que casi nos hace saltar los cristales por los aires. Lo peor es que la gente le da dinero y le compra discos. ¿Estarán sordos? Hace tiempo vi en la tele que para tocar en el metro hacían que la gente pasara un casting… (aunque a veces se ven cosas incomprensibles…). ¿Por qué no pasa lo mismo en la calle?
9 jul 2008
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1 comentario:
Míralo por el lado positivo, así teneis a alguien a quien criticar, sin tener que ser comedidos!!!!
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