Mañana tengo mi fantástica cena de verano de trabajo. Es uno de esos acontecimientos sociales a los que no tengo ganas de ir, pero iré.
Estas cenas son uno de los actos más hipócritas que existen. En la oficina, uno critica al otro, y el de más allá critica a los otros dos. Pero mañana beberán abrazados, se harán fotos juntos que luego colgarán en Facebook para demostrar al mundo que tienen muchos amigos y que en el fondo se quieren. Estará Don Inútil (hemos quedado a una hora, pero iré antes para asegurarme un buen sitio lejos de la chusma esta), el jefe, el super jefe… Todos felices y contentos, hablando de lo maravillosos que somos y qué felices somos gestionando la cultura (dios, sólo de pensarlo ya me entran arcadas). Habrá discursos y mucho vino, mucho tabaco y, como viene siendo habitual, saldremos un poco perjudicados de beber mucho y comer poco. Luego quién se atreva irá a tomar una copa para acabar bailando (y criticando, siempre criticando) hasta altas horas de la madrugada.
Y luego vendrá el lunes. Todo el mundo se intentará olvidar que alguien acabó bailando sin camiseta encima de un podium. Los que se habrán ido pronto querrán saber los detalles de la noche con pelos y señales. Las fotos se colgarán en el servidor para que todo el mundo se las copie.
Menos mal que el lunes no voy a la oficina. La semana que viene prometo detalles escabrosos de la cena.
24 jul 2008
cena de empresa
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1 comentario:
Esto pasa en las empresas grandes. En la mía, como somos pocos, nos decimos las cosas a la cara, y nos lo pasamos teta en la cena, criticándonos a la cara!
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