Este post lo quería escribir antes de Navidad, pero con el ajetreo, las vacaciones, el decaimiento y varios...
Pongamos que era martes (porque no me acuerdo del día), a eso de las 7 de la tarde dentro del metro de plaza Catalunya. Para variar, el metro llenísimo de gente. Cuando todo el mundo entró en el vagón (y también para variar) el metro no arrancó. En estas que me fijé en 3 señores (uno de unos 40, otro de 35 o porai y otro de 20 y tantos) que estaban parados en el andén del metro con las manos en los bolsillos. No tenían cara de manguis, pero estaban allí plantados sin decirse nada. En estas que aparece un niñato Xibeca en mano hablando (bueno, chillando) a un amigo suyo que estaba dentro del metro, a unos 2 metros de mí. Empezó a aporrear con la mano el cristal del metro para hablar con su amigo. Luego empezó a andar dando tumbos por el andén para coger la línea verde. Los señores se movieron. Sacaron sus placas. En pocos segundos el niñato estaba abierto de piernas, con las manos en la pared y el policía joven le estaba registrando. Una cartera, la Xibeca, el móvil y un poco de hachís. El niñato chuleándoles y el policía mayor casi le mete un puñetazo. No sé cómo acabó la historia, el metro arrancó y allí se quedaron. Yo me fui a casa con una extraña sensación.
Pongamos que era martes (porque no me acuerdo del día), a eso de las 7 de la tarde dentro del metro de plaza Catalunya. Para variar, el metro llenísimo de gente. Cuando todo el mundo entró en el vagón (y también para variar) el metro no arrancó. En estas que me fijé en 3 señores (uno de unos 40, otro de 35 o porai y otro de 20 y tantos) que estaban parados en el andén del metro con las manos en los bolsillos. No tenían cara de manguis, pero estaban allí plantados sin decirse nada. En estas que aparece un niñato Xibeca en mano hablando (bueno, chillando) a un amigo suyo que estaba dentro del metro, a unos 2 metros de mí. Empezó a aporrear con la mano el cristal del metro para hablar con su amigo. Luego empezó a andar dando tumbos por el andén para coger la línea verde. Los señores se movieron. Sacaron sus placas. En pocos segundos el niñato estaba abierto de piernas, con las manos en la pared y el policía joven le estaba registrando. Una cartera, la Xibeca, el móvil y un poco de hachís. El niñato chuleándoles y el policía mayor casi le mete un puñetazo. No sé cómo acabó la historia, el metro arrancó y allí se quedaron. Yo me fui a casa con una extraña sensación.
1 comentario:
Sí, con la extraña sensación de que se supone que esa gente te protege... ono!
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