Cosas impuestas: la familia

Durante nuestra vida tenemos muchas ocasiones para elegir: peinado, orientación profesional, la cartelera del cine... Muchas cosas, a veces demasiadas, salvo la familia, que viene de serie.

La semana pasada tuvimos la gran suerte de contar con la compañía de mi maravilloso primo instalado en casa, porque lo habían expulsado de la residencia en la que vive porque se cree que puede ir por los pasillos de la residencia fumando porros como si estuviera en su casa. Aunque me embargue la ilusión de estar cerca de un ser querido (...) corroboro que ODIO los adolescentes. Son insoportables, niñatos, estúpidos, arrogantes....

Os dejo con dos ejemplos, no quiero parecer más neurótica de lo que soy:

Se ducha. Se enfada porque no tengo un champú adecuado para su pelo (por aquél encontes ya quería estrangularle). Se viste y aparece en la cocina secándose el pelo con la toalla y me la da con un toma. Cuando estupefacta le digo que la tienda que por algo su aparato psicomotor funciona perfectamente me responde con bufff. Utilizó 12 pinzas para tender una toalla.

Estoy recogiendo ropa y me pide que le vaya a comprar tabaco. Para no ser borde le digo que no -podría haberlo tirado por la ventana, pero estoy en tratamiento para controlar mi ira. Bufido. Me dice que no tiene suelto, que solo tiene tarjeta. Le acerco a la ventana, subo la persiana y le enseño un cajero en la acera de enfrente. Le digo que eso sirve para sacar dinero. Me dice que guay, luego que no tiene dinero (por qué mencionar que se ha gastado 100€ en porros). Le digo que yo tampoco tengo suelto porque me he gastado todo lo del monedero en SU comida (mentira). Sigo recogiendo ropa. Se va con un ahora vuelvo. Y vuelve, con un cigarro. ¿Uno? Sí, claro, he bajado al bar de abajo, me he sentado en la barra, le he pedido un cigarro al borracho de turno y he vuelto a subir. 

¿Soy yo o es de otro planeta?