Ayer me desmayé en el metro. No fue un desmayo de esos de suspiro, mano en la frente y caída mientras alguien te coge en los brazos. Tampoco fue uno de esos desmayos de me caigo al suelo y me abro la cabeza. Fue algo más comedido. Vi un homeless con un tajo supurante en la mejilla y noté cómo me temblaban las piernas y me iba resbalando por la pared del metro hacia el suelo. Menos mal que al ir petado de gente -volvíamos del futbol- no tenía espacio para caer.
Empezar el día contando guarradas está bien, ¿no?
2 comentarios:
Joer! vale que el resultado no fue el esperado, pero como para desmayarse....
No, en serio, ten cuidadín, que en una de estas te abres la cabeza de verdad!!!!
nena! ves amb compte... ja prens el ferro??
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